sábado, 20 de abril de 2013

Monte Jahorina con esquís


Septiembre de 1995. Titulares de portada de toda la prensa y noticias de radio  y televisión. Las posiciones serbo-bosnias que sitian Sarajevo bombardeadas. 

Tras vencer el ultimátum dado para que cumplieran las exigencias de las Naciones Unidas y levantaran el asedio de la capital bosnia, eran bombardeadas por aviones de la Alianza Atlántica. Entre los objetivos alcanzados hay depósitos de armas en Lukavica e instalaciones radar y de telecomunicaciones en el Monte Jahorina. Como represalia, los serbios bosnios volvieron a bombardear Sarajevo.

Con la entrada de la primavera y en estos días cuando el cálido sol proyecta al unísono sus luminosos rayos desde el cénit y desde el Adriático hasta los Alpes Dináricos, la nieve va fundiéndose dando paso a la roca, a los verdes prados y a las lagunas turquesa del Monte Jahorina. Un escenario de sobrecogedor sosiego y gran belleza por el que merece la pena deslizar los esquís de travesía hasta sus elevaciones más prominentes. Sin embargo y al igual que en anteriores travesías con esquís por el Monte Vlasic, los vestigios de una atroz guerra, -no hace siquiera veinte años-, pueden observarse irremediablemente todavía. Si bien la zona de la estación de esquí de Jahorina se encuentra en condiciones muy buenas, al dejarla atrás y volcar hacia la cara Sur, nos adentraremos poco a poco en el recuerdo de lo que nunca debe volver a suceder.

Ahora, como si del Dios Kitasamba creador de las tormentas y catástrofes en la mitilogía de los Bakonzos se tratara, coronar el Pico Sjeniste donde culmina la “Integral del Monte Jahorina” en su extremo Sureste –nuestro Picón de Jérez al cambio-, significa una temeridad para mucha gente de la zona. Tras los combates, piensan que no sólo las minas son un peligro, sino la radiactividad remanente tras el empleo de municiones aire-tierra de uranio empobrecido. 

Sin menospreciar estos problemas reales, en realidad los riesgos tóxicos, más que radioactivos, serían ínfimos y se deberían al material pulverizado tras las explosiones. Por otra parte y gracias a Dios, la nieve no se ha atemorizado durante estos años y ha seguido acudiendo a su cita invernal puntualmente con Jahorina cubriendo con su blanco manto cualquier resto de lo anterior. En cuanto a las minas y con similares precauciones (es vital y obligatorio tener mapas actualizados) hay que decir que las labores de desminado humanitario posteriores, han permitido que poco a poco el Monte Jahorina, como cualquier montaña del mundo, reconquiste su esencia y derechos arrebatados por la sinrazón humana para ponerse de nuevo a disposición de aquellos que la aman y respetan al mismo tiempo.


Fotos de la travesía